Tenemos que seguir gritando «Nos matan»

Y después de increíble e histórica manifestación de este #7N, el machismo se ha cobrado la vida de cinco mujeres y un hombre en menos de 48 horas. Y sigue sin abrir portadas. Y sigue sin ser prioritario en la agenda política.

Artículo publicado en Publicoscopia

20151107_123654Emoción y perplejidad. Una y luego la otra. Y después la una. Así llevamos siete meses quienes conocimos y decidimos apoyar la convocatoria del #7N. Una marcha multitudinaria que pretende gritar por el fin de la violencia machista este sábado en Madrid. Emoción porque han sido miles las mujeres y hombres que se han volcado en organizar autobuses, en provocar un tsunami en las redes, en la cartelería, en la web, en hacer que llegue a cada rincón del Estado. E incluso del extranjero. Y perplejidad, porque de vez en cuando mi cerebro pasa y piensa: ‘¿Será posible que en 2015 tengamos que salir a la calle para pedir que no nos maten?’

Pues parece que sí. Las cifras no dejan de afirmarlo. Oficialmente son ya 41 las mujeres asesinadas -que no muertas o fallecidas como insisten los medios- a manos de sus parejas o exparejas. Cuatro casos más por confirmar elevarían la cifra a 45. Y estas son solo las que contempla la Ley Integral de Violencia de Género, que deja fuera a todas las víctimas asesinadas por el machismo pero sin vinculo sentimental con el criminal. Familiares, amigos, hijos, clientes. Si fuera un recuento completo de las víctimas de la supremacia de un género sobre el otro estaríamos contando en lo que va de año 84 féretros.

20151107_125542Guerra de cifras a parte, en la manifestación del sábado se gritará para que dejen de matarnos. Así estamos. Para que nadie se crea en el derecho de quitarle la vida a una mujer, de asesinarla o de matarlas en vida. Porque antes del navajazo, el martillazo o la gasolina, estas mujeres ya habían sido aterrorizadas, anuladas, aisladas y forzadas. Porque cuando se habla de violencia machista se habla de mucho más que de sangre y ojos morados. Se habla de humillación, discriminación, sumisión. Se habla de nuestros cuerpos judicializados, de nuestra voluntad doblegada, del miedo institucionalizado.

También el 7 de noviembre hablaremos en las calles de la invisibilización. De hecho la iniciativa Women in Black realizará una intervención de 11 a 12h (hora en la que empezará la marcha) para protestar en los espacios públicos por todas aquellas que no pueden hacerlo más. Por aquellas silenciadas para siempre que apenas fueron una noticia breve en la sección de sucesos de un periódico regional. Una acción muy recomendada de presenciar, donde muchas veces los actores no son las mujeres que interviene si no los que miran. Espectación, duda y enfado. Enfado de muchos que intentan pasar por encima de las mujeres que se tienen en el suelo, para dejar una marca de muerte dibujada con tira en la acera. Enfado que visibiliza la molestia que le ocasiona que se habla de los asesinatos de mujeres. Una oportunidad de oro para aquellos que dudan de que la violencia de género es un tema que, lejos de estar asimilado, levanta muchas ampollas en el patriarcado en el que vivimos.

Y más ampollas. Las que se levantan cuando a los partidos políticos se les exige medidas contundentes. ¿De qué sirve hablar de pacto de Estado contra la matanza de mujeres si recortan en medidas para evitarlas? Recortan en políticas públicas por la igualdad, en formación de jueces, fiscales y policías, en medidas cautelares de seguridad para las victimas, en centros de ayuda, en perseguir la desigualdad. No está en su agenda los machismos diarios que hacen que un hombre se sienta capacitado y hasta entendido al quitarle la vida a una mujer. Por ella cobra menos, porque ella debe ser cuidadora, porque ella debe callar. El movimiento se demuestra andando y la inacción de los principales partidos deja claro que los feminicidios no están en el lista de tema importantes.

Por todo ello y por mucho más, la manifestación del 7 de noviembre tiene que ser un hito. Tiene que marcar un antes y un después en la forma en la que miramos a los asesinatos de mujeres. Que no, que no son hechos aislado. Solamente son la continuación de un maltrato generalizado desde que nacemos. Desde que nos visten de rosa, nos dicen con qué juguetes jugar, cómo comportarnos, qué estudiar, a quién elegir de pareja, cómo vivir, cómo responder, qué tenemos que asumir. Incluso nos enseñan a no considerarnos víctimas, a asumir como normal los abusos, a no ver incluso las agresiones. Porque no hay nada más efectivo para mantenernos calladas que es hacernos pensar que no estamos calladas.

El sábado vamos a abrir la boca y no la vamos a cerrar nunca más.

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