Dignidad en la recta final

Hay post que cuesta más que otros escribirlos. Temas que necesitan un tiempo para que reposen. Esto es un poco lo que me ha ocurrido con un cine-forum al que asistí hace ya más de una semana y del que he intentado escribir una reflexión en varias ocasiones sin éxito. Se trata de un debate organizado por la asociación Derecho a Morir Dignamente en A Coruña en el que se proyectaba fragmentos de películas en las que se trata el tema de la reanimación, los cuidados paliativos y la eutanasia asistida. Películas como Al límite, Cosas que importan, Mar adentro o El paciente inglés junto con capítulos de series de televisión como Dexter o Urgencias. Un trabajo de recopilación muy bueno de la citada asociación.

 El plato fuerte de la cita no sólo era reflexionar sobre las distintas situaciones que mostraba la película o explicar qué es un testamento vital y cómo se hace, porque había un invitado muy especial: el doctor Luis Montes. Conocido por el ‘infame’ caso de las sedaciones en el hospital Severo Ochoa de Leganes -como él mismo lo definió- y uno de los rostros más conocidos de una lucha a todas luces justas: el derecho a decidir sobre tu muerte. Una situación que nos afecta a todos, ya que podemos vernos en una situación irreversible a cualquier edad y en cualquier momento.

Una disposición racional de la propia vida que muchos rechazan bien por creencias religiosas o bien por simple apatía a mirar hacia esa situación. Es curioso que entre personal sanitario que tienen experiencias con enfermedades terminales, degenerativas, daños cerebrales irreversibles o demencias muy avanzadas tienen una opinión muy diferente de los profesionales alejados de estas plantas. Lo mismo ocurre con los familiares que se han enfrentado a estas situaciones y los que no. En ellos la palabra ‘dignidad’, ‘derechos a decidir’ y ‘lealtad’ tienen mucho más sentido.

Porque el debate no sólo está en que cada uno decida si alargar o no su vida en caso de encontrarse en alguno de esos supuestos, sino en su decisión se respete cuando ya no puede reclamarla. Es aquí cuando el documento de voluntades anticipadas entra en valor, pero más importante es que la familia respalde ese testamento vital. Y de la misma manera es importante que los médicos que nos atienden entiendan lo importante de su respeto y nos faciliten cumplir con ese deseo del enfermo. Porque en España no está todavía reconocido el derecho a la eutanasia o al suicidio asistido, pero sí la capacidad de rechazar maniobras cruentas que no mejoran la vida del enfermo sino que sólo la mantienen. Lo mismo pasa con nuestra capacidad para rechazar ser reanimados, las medidas de soporte vital o pedir la sedación como tratamiento paliativo. Un derecho que pasa por el conocimiento de todos y por la formación de los profesionales sanitarios.

Si quereis profundizar en el tema os recomiendo visitar la videoteca de la DMD, con material de gran calidad sobre la muerte digna.

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