Publicado en Publicoscopia
Como un pájaro enjaulado que ansía la libertad y se ahoga en su cautiverio. Así se sentía Carla Antonelli incluso antes de que todos supieran que era realmente Carla. Una soledad y aislamiento que se puede apreciar incluso en las fotografías de la infancia, donde Carla posa ligeramente alejada del resto del grupo de amigos. Eran los años 60 y un pequeño pueblo de Canarias, que el periodista Fernando Olmeda retrata en el documental ‘El viaje de Carla’. «Es un proyecto que surge en 2009, pero que hasta 2011 no se retoma y se pone en marcha» explica Olmeda, director del documental. Precisamente es en 2011 cuando Carla Antonelli se convierte en diputada por el PSOE en la Asamblea de Madrid. La primera diputada transexual de la historia de España.
«Es complicado hacer la biografía de una persona viva. No quería ni víctimas ni heroínas», confiesa el director ante la mirada de Carla en el debate posterior a la proyección de su trabajo en Madrid. Y más cuando la carrera de esta mujer poderosa, de verbo ágil y fuerza arrolladora continúa en un año electoral como este. Y más aún cuando la inmensa mayoría de los asistentes no tiene más que palabras de agradecimiento a quien ha luchado por los derechos de las personas homosexuales, transexuales, de los bebés robados, de los medios públicos de comunicación, etc. Y que logró pasar de la clandestinidad de unos oscuros años franquistas a una de las responsables de la visibilidad y los derechos de las personas transexuales y el colectivo LGTBi.
‘El viaje de Carla’ es un documento luminoso, sin tópicos, sin dramas. Menciona los malos –malísimos- momentos que vive, pero no los esquiva, tampoco se recrea. Habla del dolor de ser perseguida por la policía, la represión de los coletazos del franquismo, de la discriminación laboral, de la prostitución, de la depresión e incluso de los pensamientos sobre el suicidio. Momentos que no dejan de completar a la actual Carla, que dice con rotundidad: «Así de grandes sean los muros, así de grandes serán las escaleras que construiremos para saltarlos».
A la pantalla de este trabajo se asoman personas clave de la comunidad LGTBi española, así como amigos, vecinos y familiares de Carla. La presidenta de FELGTB, Boti García, y la activista Beatriz Gimeno recuerdan los primeros años de activismo formal de Carla, ya que el activismo no formal comienza a los 17 años, cuando se marcha de Güímar (Tenerife) a La Palma, con una mano delante y otra detrás. Después las islas también se le quedarían pequeñas y viajó hasta Madrid. Un viaje que no estaría completo sin el regreso a su tierra natal.
Idas y venidas a Güímar para ver a su familia e incluso para recibir el premio Cardón como persona ilustre de la zona y dar el pregón de las fiestas patronales. Pero no será hasta 2013 cuando supera la última prueba: acudir a la Bajada del Socorro. Un acto religioso-pagano, tradicional y conservador, donde Carla se enfrenta cara a cara a los fantasmas de su pasado. Un pasado plagado de dureza pero también de triunfos. En sus ojos se refleja aquellos tiempos donde quien se sometiera – y quien practicara la cirugía- a una operación de cambio de sexo iba a prisión. Donde lograr que entendieran la transexualidad los legisladores fue todo un reto. E incluso dentro de su propio partido.
Cuando se aprueba en 2005 la Ley del Matrimonio Igualitario, un escollo impide al PSOE aprobar de seguido la Ley de Identidad Sexual. Se trata de una legislación que mejora la normativa de 1987, por la cual puede realizarse el cambio de género en el DNI y los demás documentos oficiales pero sólo después de someterse a cirugía de cambio de sexo. Algo que no todas las personas quieren hacer. Se trata de un compromiso de los socialistas logrado por Antonelli, que no duda en ponerse en huelga de hambre hasta conseguirlo. Una lealtad al colectivo que finalmente se plasma en 2007 con la imagen de Carla inaugurando el registro civil de cambio de género.
Pero Carla entra en política para hacer política, no para llenar cuotas. Ella no sólo defiende los derechos de las personas en una situación similar a la que ella ha pasado, si no a otras –como el caso de los bebés robados- que uscan también su identidad. Porque ya lo dice el propio director del documental: “Carla no sólo es un referente de un colectivo, si no de toda la sociedad”.