
Una nube de ‘sangre’ para pedir el fin definitivo de la tauromaquia

Buscando otra perspectiva de lo que nos rodea
Con la publicación de una serie de las 20 fotografías que pueden verse en este reportaje, el colectivo antiespecista Askekintza arranca una campaña para visibilizar la explotación animal en las celebraciones y festejos populares en Euskal Herria. Se trata de un trabajo de documentación de los últimos cuatros años que se plasmará por completo en un documental a estrenar el próximo 23 de marzo. En él se ven reflejadas un abanico de actividades con los animales como protagonistas en contra de su voluntad: encierros, corridas de toros, arrastres de piedra, el juego del pato o de la oca, tiro al pichón, etc. Todo ello documentado en más de 30 municipios repartidos en las siete provincias que conforman Eukal Herria (las tres de Euskadi, Navarra y las tres provincias vasco-francesas de Baja Navarra, Labort y Sola).
Sigue leyendo «Por el fin del uso de animales en las fiestas de Euskal Herria»
Publicado en El Caballo de Nietzsche, de El diario.es
¿Podría un cuento infantil hacer que se tambaleara una dictadura? Parece que Franco pensó que sí pues Ferdinando el Toro no pudo ver la luz de forma legal en España hasta después de su muerte. Hitler pensó lo mismo, ya que en Alemania también fue prohibido. Y es que este toro llamado Ferdinando representaba mucho más que un animal cualquiera en una historia más para niños: era la personificación de alguien que rechaza lo que le imponen, lo dictado, la incapacidad de decidir sobre su propia vida y la barbarie de una supuesta tradición. «Hay muchos libros infantiles, pero pocos, muy pocos, que, después de más de 70 años de su primera publicación, sigan atrayendo y conmoviendo. Uno de ellos es Ferdinando el toro. El texto de Munro Leaf fue publicado en plena guerra civil española, como una bella aportación a la causa de la paz». Así describen el libro en Loguez Ediciones.
Sigue leyendo «La propaganda pacifista, democrática y degenerada del toro Ferdinand»
Publicado en Publicoscopia
Es cierto que aún quedan unas horas para el fatal desenlace, pero hemos fracasado. Es cierto que el sábado se abarrotó Madrid para pedir el fin de una vergüenza nacional, pero hemos fracasado. Es cierto que cada día hay más personas que luchan por el fin de la violencia, pero YA hemos fracasado. No es que haya perdido un bando y ganado el otro, es que hemos fracasado todos y todas. Un país que necesita que cientos de miles de personas sigan movilizándose para impedir que un animal sea masacrado en el festejo llamado Toro de la Vega, es un fracaso como sociedad.
¿Cómo es posible que una tradición propia del Medievo continúe? ¿Cómo es posible que convivan personajes siniestros como los lanceros de Tordesillas con valores recogidos en los Derechos Humanos o en la Constitución como la solidaridad, la paz y la empatía? El derecho a vivir sin violencia es uno de los pilares de los Derechos Humanos. Esto significa no solo que tenemos derecho a no ser agredidos, amenazados o insultados, si no que tenemos derecho a vivir en un entorno sin violencia. ¿Cómo le explicamos este derecho a los niños de Tordesillas cuando están expuestos año sí y año también a un espectáculo tan sangriento como este?
Y es más, ¿cómo se lo explicamos a los niños y niñas que son inscritos en cursos de tauromaquia, que son llevados por sus padres a las plazas de toros, a las becerradas, que presencian como a cientos de animales en los festejos son perseguidos, ahogados, desangrados, degollados o prendidos fuego durante el verano? ¡Santa fiesta!
Es incompatible la educación en valores de respeto y tolerancia de los niños y niñas con las escenas dantescas que en pleno siglo XXI estamos obligados a contemplar e incluso a subvencionar. ¿Cómo es posible que aún tengamos que estar reclamando que no se financie con nuestros impuestos la tortura de una animal indefenso?
¿Cómo es posible que lo llamemos ‘polémica`? ‘Escándalo’ es la palabra. Un escándalo que traspasa fronteras y nos convierte en blanco de las críticas de miles de turistas que se marchan de España con una imagen nefasta. Escandalizados, una vez más, por comprobar que no hemos avanzado. Que, en muchas ocasiones, somos una sociedad que se niega a evolucionar. Estamos muy preocupados de los marcadores económicos y de la imagen que da la ‘Marca España’ pero nos negamos a dar un paso adelante en el bien común de toda la sociedad.
Parece que no queremos ver cómo junto a estas ‘tradiciones’ sangrientas donde se celebra el desprecio por la vida de otros se están arrastrando y cebando otras ‘tradiciones’ oscuras de las que queremos desprendernos. Como el machismo. No hace falta comentar que precisamente los insultos hacia las activistas antitaurinas que cada año acuden a Tordesillas para evitar la matanza del toro con una reivindicación de misoginia y apología de la violencia machista, pero sí que es necesario resaltar que la violencia genera más violencia. Que si no sientes empatía por un animal, es muy probable que acabes no teniéndola con un igual de tu misma especie. O que incluso, como ocurre con el machismo, ni siquiera veas a una persona de otro sexo, religión o etnia como un igual.
Por que avanzar es algo bueno para todos y todas. No solo para los animales, si no para la conviviencia pacífica y sostenible de las sociedades. Está en nuestra mano que la célebre frase del filósofo alemán Schopenhauer deje de tener sentido: ‘El hombre ha hecho de la Tierra un infierno para los animales’.
Pocas veces he tenido la ocasión de conocer a un político implicado en la defensa de colectivos que nunca les podrán votar y muchos menos tan accesible. Ha sido un placer entrevistar, hablar y compartir pareceres con el ex diputado de la CHA, Chesús Yuste. Espero que vosotros lo disfrutéis.
Entrevista publicada en Publicoscopia.
Chesús Yuste, que estuvo involucrado en la fundación de la Chunta Aragonesista, se hizo famoso por ser el diputado más activo del Congreso, algo que no ha cambiado incluso después de dejar su acta de diputado el pasado mes de junio. El incansable maño es viajero y hasta escritor de novela policíaca, pero sobre todo comprometido. Su implicación en la defensa de los derechos de los animales, la justicia social con ellos y la lucha contra el especismo le ha llevado a ser el portavoz de Asoc. Parlamentaria en Defensa de los Animales (APDDA). Él mismo nos cuenta cómo surge esta alianza, que está por encima de rivalidades políticas.
La APDDA se fundó a finales de 2007, ¿cuál fue el detonante?
Fue en la VIII legislatura, la primera de Zapatero, cuando coincidieron varios diputados y senadores con inquietudes animalistas. Iban presentando iniciativas individualmente. Como la proposición no de ley de apoyo al Proyecto Gran Simio, que fue muy polémica en la prensa conservadora. Pero el detonante para trabajar en colectivo fue la constitución de una peña taurina en el Senado. Entonces se tomó la decisión de constituir la APDDA, que no solo es antitaurina, sino que trabaja por los derechos de todos los animales. Entonces solo eran siete parlamentarios, en su mayoría catalanes o verdes. En esta legislatura somos casi cuarenta parlamentarios y exparlamentarios de un amplio abanico de colores y procedencias.