Estreno colaboración en Dispara, un magazine digital nuevo con una sección dedicada a los Derechos Animales y la ecología.
Cuando pensamos en el maltrato animal parece que siempre consiste en barbaridades que nunca toleraríamos si estuviéramos cerca de ellas. Damos por hecho que solo se producen lejos, en lugares ajenos, fuera de nuestra vista. Pero a veces, muchas veces de hecho, el maltrato está a la vuelta de la esquina. De forma literal. Nos levantamos por la mañana con la noticia de que la OMS confirma que la carne roja y los productos cárnicos procesados aumentan las probabilidades de padecer cáncer. Pensamos en nuestra salud, en otras cosas perjudiciales y vemos los memes que han hecho con la noticia estrella. Lo que ocurre antes de ese procesamiento no está ni en nuestras consideraciones ni en la noticia. Los mataderos son lugares aislados, inaccesibles, no va con nosotros. Otra noticia, la de que por primera vez en España ha ingresado en prisión un condenado por maltrato animal, altera nuestra tranquilidad. El acusado mató a su caballo a golpes por no correr bien en una carrera. Los comentarios en las redes sociales son similares: gente horrorizada por la crueldad, el sadismo y la brutalidad con la que mató al equino. Como si hubiera formas ‘dulces’ de matar a alguien. De nuevo, una noticia que nos deja ‘a salvo’ del maltrato animal, porque se produce a cientos de quilómetros, en ambientes alejados de las grandes ciudades. Pero vuelvo a mirar al otro lado de la esquina y lo que encuentro no es mucho mejor.