Publicado en Publicoscopia.com
Hemos vuelto a desbancar la palabra clave África de nuestros medios de comunicación, de nuestras conversaciones. El ébola ya sólo sale a colación cuando se activa la alarma Europa o América del Norte de un posible caso de contagio. Poco hay de los lugares donde a la epidemia se junta el conflicto armado, el bloqueo de materiales básicos, la superstición de la enfermedad. Obstáculos para personal sanitario y humanitario que hace inviable ya no salvar a los pacientes, si no imposible de que tengan una muerte digna. Este es el nivel de emergencia y ni un solo breve o una ‘cola’ en televisión.
Sí que aparece estos días brotando desde los medios más concienciados hasta los más masivos cifras sobre las personas procedentes de África que han muerto intentando llegar a costas españolas. No he querido usar la etiqueta ‘inmigrante’ a propósito, ya que supone una clasificación que anula todas las oportunidades de saber quién es esa persona. ¿De dónde viene? ¿De qué huye? ¿Quién le espera en su regreso? Preguntas que nunca resolverá un ‘mass media’ hoy día. Ahora cuando hablamos de inmigrantes no nos viene a la cabeza el largo proceso de peregrinaje de subsaharianos (no trate de saber de qué países vienen por las noticias porque no lo conseguirá), agredidos por mafias, explotadas sexualmente en el camino, con menores o embarazadas, caminando durante semanas. No, solo vemos un salto masivo a una frontera.