Los desaparecidos del Mediterráneo

 

3001_20150414I7LwvJArtículo de Christian Sellés escrito hace justo un año y que no ha perdido un ápice de actualidad. Lo recuperamos ya que el drama de las personas que se juegan la vida al cruzar el Mediterráneo parece caer por sorpresa a muchas personas en Occidente.

Por todas las personas, como las 400 personas que se ahogaron intentando llegar a las costas italianas, como los miles que acaban diluidos en la hemeroteca de los paises que nunca lograron pisar

 

La realidad tras el término subsahariano

Inmigrantes subsaharianos, África Subsahariana, países subsaharianos… En las últimas semanas nos hemos acostumbrado a escuchar o leer noticias en las que se empleaba este apelativo para definir una determinada zona de África, diluyendo la historia de cada país y, al tratarse del empobrecido continente africano, todas sus tragedias y miserias.

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El origen subsahariano de los problemas

Esta semana están saliendo muchas noticias sobre pateras y embarcaciones que están llegando a las costas españolas procedentes de África aprovechando el buen tiempo y el mar en calma en el Estrecho. No son nuevas e incluso sospecho que tienen la misma estructura y solo cambian los datos, como la fecha, el número de ocupantes de las barcazas o el destacamento de Salvamento marino que los rescató. Pero hoy he querido saber de qué paises procedían, cuales eran sus características – más allá de saber cuántos eran menores o si entre las mujeres había embarazadas- y no he sido capaz.

Inmigracion No quería saber su nombre ni leer una entrevista personal sobre sus razones, sólo quería saber de qué huían. Quería saber cómo de grande era su misería para venir a un país en el que ha crecido exponencialmente la pobreza infantil, el número de hogares sin ingresos y del que los más preparados no paran de salir. Quería conocer cómo siguen sus familias, esperando sólo buenas noticias procedentes de Europa. Sigue leyendo «El origen subsahariano de los problemas»

¿Racista yo? ¿Machista eso?

Hace unos días que venimos viendo como el color y el origen de las personas determina para este gobierno lo que es una agresión y lo que no. En los sucesos de Ceuta -para incluir todo el circo ridículo a loas asesinatos-, se ha visto que si las concertinas no eran suficientemente disuasorias, para eso están los Guardias Civiles y sus armas. No sólo para expulsar a inmigrantes de manera ilegal, si no también para impedirles por todas las vías llegar a tierra. Si esto significa poner en riesgo su vida lanzándo pelotas de goma mientras intentan nadar, está incluido.

1392596543265Y así fue. 15 personas resultaron fallecidas. Asesinadas, por el sistema que les empujó a abandonar sus lugares de origen o por la Guardia Civil española. Eso lo tendrá que determinar un juez, que ya ha pedido grabaciones sin manipular de lo que pasó en la frontera. Mientras, el Gobierno sigue defendiendo estos métodos, apoyados en cómplices mediáticos que nunca se imaginó tener (exacto, hablo de El País). El éxodo obligado de personas pasa de ser un drama, a un peligro. Pero no, no somos racistas. Ni xenófobos. Qué va.

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El Salvador II: El país de las cruces

No es una imagen de cementerio, ni de los cruceiros. Es un mero goteo que te recuerda el problema de violencia callejera que tiene Centroamérica. Se puede caminar por carreteras y calles y encontrar cruces a su paso. Cruces que recuerdan a las que hay en España, cuando alguien muere en una curva y su familia lo recuerda de esa manera. En el mismo sitio donde murió. Lo mismo ocurre en El salvador, sólo que no son accidentes lo que conducen a esas cruces. Son las pandillas, las maras. El tráfico de droga, la violencia organizada, la vida de la calle. Los accidentes humanos que dicen allí.

Cruz en el camino, El salvador. Foto: Agareso

Las madres ponen flores alrededor de las cruces. Flores de plástico, naturales y otras ofrendas que recuerdan que detrás de una mala decisión en la vida está el dolor de los que se quedan en este mundo después de los disparos. Madres, padres, hermanas, incluso hijos, en los que no pensaron los que un día decidieron unirse a una de esas bandas, o maras, o pandillas, que les ofrecían formar parte de ‘una familia’.

Una familia con la que no se rompe nunca. Casi nunca, sólo hay dos excepciones: la gaina (una especie de permiso de matenidad que concede el grupo) y la muerte. Que nadie crea que la cárcel o el exilio son dos formas de dejar de formar parte de la mara, ya que vaya donde vaya el pandillero habrá otros que le castiguen por la ‘traición’ de dejarles.

A esta ausencia, la de la muerte o la cárcel, se une la inmigración. En la zona salvadoreña del Bajo Lempa no hay prácticamente jóvenes entre los 18 y los 30. ¿Dónde están? Igual que antes, sólo dos opciones: marcharse a San Salvador o a otro país. Esto daría para una análisis de consecuencias demográficas, económicas y sociales muy grande, pero aquí sólo daré un dato. Casi un tercio de los salvadoreños que hay en el mundo viven en EEUU.

Aquí no sobra nadie

Los inmigrantes siempre estuvieron en el punto de mira de la derecha. Siempre. Pero con la crisis han encontrado la excusa que querían, el vivero de miedo al prójimo que buscaban y una forma de achacar a este colectivo los males de todos. Así que ya se pusieron en marcha: menos ayudas, menos facilidades, reforma de la Ley de Extranjería, manteniendo el limbo de los CIE’s y, lo peor, negándoles la atención sanitaria primaria. Una auténtica espiral de violencia institucional que nada tiene que ver con los principales culpables del crack económico.

Mientras tanto, del otro lado de los Pirineos anuncian que este año la expulsión de inmigrantes se va a incrementar un 20% respecto a 2011. El ministro de Interior del aún Gobierno de Sarkozy hace un guiño a la ultraderecha en ascenso asegurando que serán 40.000 inmigrantes, la mayoría de origen rumano o búlgaro, los que se verán afectados. Mientras, el candidato favorito a las presidenciales, el socialista Hollande, asegura que «hay demasiados inmigrantes en situación irregular» pero insistió en que «no hay demasiados» con los papeles en regla. Algo que no concreta su posición, ya que remata la respuesta afirmando que «no podemos aceptar» que se instalen en Francia inmigrantes «sin tener las condiciones legales».

Un esfuerzo para encontrar un cabeza de turco que poco tienen que ver con la realidad. Por primera vez en muchos años, el saldo entre inmigración y emigración ha salido negativo. Salen más que entran y los inmigrantes volvemos a ser nosotros. Los extranjeros regresan a sus países, que ahora tienen más posibilidades de mejorar y registran crecimiento. Y los españoles formados también se van para encontrar alternativas que no tienen en España. La pirámide poblacional se vuelve más invertida sin los hijos de las inmigrantes y la población joven española retrasa tener hijos por la inestabilidad o decide tenerlos fuera.

Entonces, ¿quién quita el trabajo a quien? ¿Quién necesita de quién? ¿Todavía algún lumbreras cree que alguien sobra?