¿Quién quiere al perro de caza?

Publicado en Dispara Mag. Por Laura L. Ruiz y Elisabeth Menor Natal

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Fotografía de la manifestación en favor del lobo. Autor Fran Martín

Soy cazador y amo a mi perro”. Con este título, Melisa Tuya arrancaba un artículo en el que se dirigía a aquellos cazadores que cuidan y tienen en buenas condiciones a sus perros, para que vigilen y denuncien los casos de maltrato o abandono que observasen. “Jamás entenderé que se disfrute disparando a un animal con algo que no sea una cámara de fotos, pero quiero creer que son sinceros y que tienen a sus perros como yo tengo a los míos, viviendo con ellos en su casa, formando parte de la familia; recibiendo solo buen trato y educación en positivo; atendidos correctamente hasta el final de sus días, cuando ya llevan muchos años siendo perros viejos, incapaces de cazar”, decía Melisa. Pero ¿esta es la realidad de la mayoría de los perros usados en la caza?

“Los perros de caza han sufrido una selección artificial por parte del hombre. En los criaderos o en una casa normal, los perros que son apartados por sus madres son criados a biberón. En la caza, el débil muere. Da igual que tenga una enfermedad o alergia al pienso que tomen. Si no tiran para adelante, mueren. Son tan malos cuidadores que solo se quedan con los más resistentes. El presupuesto en alimentación y veterinarios es muy bajo, a veces hasta el serrín cuesta más que el pienso que les dan. Y no estoy hablando del hombre que tiene a su perro en casa y de forma puntual va al campo a cazar con él, estoy hablando de la mayoría de los perros usados en la caza”. Esto nos lo cuenta Inma Manresa, veterinaria y parte de la protectora Pelusas, de Zaragoza. Ella conoce de cerca la realidad de la caza y cómo afecta a los perros.

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Fotografía de la manifestación de la Plataforma NAC. Autor Antonio García

A Pelusas llegan perros abandonados, encontrados deambulando o muchos rescatados de cheniles inmundos o cadenas oxidadas. Sus voluntarias nos cuentan que nada más llegar les hacen los test mínimos de enfermedades transmitidas por garrapatas o mosquitos, desparasitan y evalúan. Los recursos no dan para más, pero son infinitos comparados con lo que el cazador y su anterior «propietario» han gastado en la salud de ese animal. Y no solo por mala alimentación, por la falta de higiene – que conlleva sarna, alergias, heridas o infecciones por hongos -, falta de vacunas – incluso las obligadas por ley para proteger también a los humanos -, si no por su maltrato psicológico. “Llegan con estereotipias, falta de habilidades sociales, miedos, sociopatías. Muchas veces es porque viven apartados de todo, aislados, no conocen nada. Es determinante que durante el primer año se expongan a estímulos, tanto para alcanzar habilidades sociales con otros perros como para convivir con ruidos artificiales, movimiento, luces, olores, etc”, confirma Inma Manresa.

La caza en datos

Si nos preguntamos cuántos perros viven el maltrato de la caza, antes deberíamos tener datos del abandono en general. No existe un recuento oficial y rigurosos, sólo aproximaciones de protectoras o fundaciones por el bienestar animal como Affinity. Ellos cifran en 137.000 perros los que se abandonaron y fueron rescatados en 2015. Fuera de estos datos quedan esos gatos y perros que continuaron deambulando, los que pasaron de mano a mano o los que murieron en carreteras o nunca tuvieron nombre. ¿Y cuántos de estos proceden de la caza? No se especifica como tal en el informe, pero se sitúa como causa de abandono el fin de la temporada de caza en el 10% de los casos. De ser así, estaríamos hablando de 13.700 perros. Según el Seprona – el Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil -, en 2015 recogió en toda España 450 perros, de los cuales 188 serían de caza. ¿Qué ocurre en este abismo de datos?

Parte de la respuesta está en las protectoras. Ellas hacen el trabajo de campo y, depende de la comunidad, que entre un tercio y un 50% de los animales abandonados proceden de cazadores. Mientras que PACMA Aragón cifraba en un 33% el número de abandono procedente de la llamada ‘actividad cinegética’, aunque advierten que estos datos “hay que multiplicarlos exponencialmente”. Por su parte, FAADA sitúa en el 60% los perros abandonados de caza en Cataluña. En el Corredor del Henares, zona que une Madrid con Guadalajara, la protectora APAMAG resalta que de unos 40 perros que actualmente tiene en casas de acogida, son 13 los que saben a ciencia cierta que han sido abandonados por cazadores. “A lo que hay que sumarles los que son de raza usados para cazar normalmente”, explica una de sus voluntarias.

El abandono (a veces) no es lo peor

“Desgraciadamente la vida de estos animales mientras están con sus dueños es una vida llena de tristeza, de trabajo, de dolor, de soledad y de hambre. Muchos viven en zulos y bunkers para evitar los robos en los cuales no hay ventanas, no hay luz, apenas hay sitio para moverse. Son alimentados con sobras o cachos de pan por el que tienen que pelear contra los demás perros para poder llevárselo a la boca”, explica David Zurdo, portavoz de NAC, la plataforma que pide que se deje de usar perros en la caza. “Son entrenados -continúa Zurdo- en máquinas dando vueltas durante horas a un mismo sitio o atados a un coche haciéndoles correr decenas de kilómetros. Su existencia se basa en sobrevivir y a ser el mejor, porque tan solo el mejor va a poder seguir viviendo una temporada más. Los que no corran, los que no estén fuertes son “descartados” por los cazadores”.

Situaciones como estas, en las que el maltrato y el abandono suceden a la vista de vecinos, ciudadanos, Administración y cuerpos y fuerzas de seguridad, que son quien en último extremo deberían hacer que la ley de protección animal se cumpla. ¿Y los responsables de los Colegios Veterinarios? Ellos tienen la labor de vigilancia y todas las facilidades para ver lo que nadie puede ver. “Hay una postura como de ‘libre albedrío’, y desde el Colegio no hay ningún movimiento para hacer que se cumplan los mínimos de las normativas”, comenta Inma Manresa, que explica que gracias a los registros como el de las vacunas se podría saber si un perro está recibiendo atención veterinaria cada año o si continúa con vida. “Es un trabajo que podría hacerse desde una silla y a coste cero” denuncia esta profesional.

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“La permisividad de la administración es total con el colectivo de cazadores”

Entrevista a David Zurdo, portavoz de NAC

Dispara: ¿Qué es y qué perseguís en NAC?

David Zurdo: La plataforma No a la Caza con Galgos y otros perros (NAC) nació en 2010 a iniciativa de Gemma García, que fue la organizadora de la primera manifestación que se hizo en Madrid. A día de hoy ya tenemos presencia en más de 30 ciudades con cientos de voluntarios. Nuestro principal objetivo es la prohibición de la caza con perros, aunque, por supuesto, nos posicionamos en contra de todo tipo de explotación animal.

D: ¿Cuáles serían los objetivos más a corto plazo?

DZ: Mientras llegamos al fin de la caza con perros, que creemos está muy cerca de lograrse que los perros de caza tengan la misma legislación que los perros de compañía; un registro único con las identificaciones de cesiones, ventas, etc; la creación de un banco de ADN estatal; limitar el número de animales en una vivienda y no permitir la cría por particulares; tener un control exhaustivo de las razas que por su fisonomía destinadas para la caza; la prohibición de las rehalas; el endurecimiento de las penas por maltrato animal; el control en zonas rurales de que los cazadores lleven identificados a los perros; programas de educación en la sensibilización hacia los seres vivos; la obligación de denunciar los abandonos y maltratos hacia los animales; o el sacrificio cero en los centros de acogida y perreras municipales.

D: Otra de las reclamaciones de los animalistas es que la Justicia se involucre en aplicar la ley, pero ¿es nuestro código penal lo suficientemente duro con las personas que llevan a cabo estas actitudes?

DZ: No. Las penas máximas por maltrato animal tan solo es de 18 meses de prisión y en la mayoría de casos los condenados ni siquiera pisan la cárcel. Prácticamente el maltrato les sale gratis. Aparte una gran mayoría de animales que encontramos abandonados o maltratados aparecen sin ningún tipo de identificación, con lo cual es imposible poder interponer una denuncia contra su dueño por abandono o por maltrato. La administración no está haciendo unas mínimas inspecciones a los dueños de los perros de caza para cumplan la ley. Tener los perros debidamente identificados y vacunados, que tengan licencia de criador y que tengan permiso de núcleo zoológico. La permisividad de la administración es total con el colectivo de cazadores.

D: Cada vez hay menos licencias y, por tanto, menos cazadores. Pero ¿este descenso afecta a los perros?

DZ: No hay datos oficiales del número de perros de caza que hay en España porque en su mayoría no están identificados. En el mundo de los galgueros escuchas cifras de entre 500.000 y 1.000.000 de galgos en España. Eso demuestra el poco control que hay de los animales usados para la caza en España. Lo que sí creemos que está afectando al número de cazadores y al número de perros usados en la caza es la concienciación que se está haciendo por parte de colectivos animalistas que están haciendo avanzar a la sociedad hacia el respeto a los animales y en contra de un hobbie desfasado como es la caza.

D: ¿Ha empeorado o mejorado la vida de los perros de caza en los últimos siete años (desde que existe NAC)?

DZ: Sí, ha mejorado. Hay muchísima más gente que adopta perros que han sido usados para la caza, la creencia de “este perro es de caza y no vale para estar en un piso y dar cariño” va desapareciendo, la mayoría de gente que te ve por la calle paseando con un galgo o podenco ya no te pregunta ¿cazas? Ahora lo más normal es que te pregunten ¿Dónde lo has adoptado? Esto es mérito de las protectoras y de los adoptantes que difunden el mensaje de respeto a los animales que esta sociedad lleva años reivindicando.

D: En el ámbito social, ¿habéis notado un incremento de la gente que muestra su rechazo a la caza?

DZ: Sí, por supuesto, y el mundo de la caza con perro se siente amenazado por los defensores de la vida animal. Crean plataformas en defensa de la caza con galgos, hacen manifestaciones en defensa de su mal llamado “deporte”, etc. Esto hace diez años era impensable. Ahora son ellos los que tienen que salir a la calle a defenderse porque la conciencia animalista de la sociedad ya les ha adelantado. Los cazadores se han quedado en el siglo pasado y no han sabido evolucionar con el resto de Europa. Podrán prolongar un tiempo su agonía hostigando al ministro de turno, pero su “deporte” está herido de muerte y ya no tiene cabida en una sociedad avanzada. Se están haciendo muy bien las cosas e invitamos a todas las personas a que hagan activismo desde plataformas, protectoras y demás para seguir con la lucha de ‘los sin voz’.

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