Publicado en Publicoscopia
He retraso escribir estas líneas a propósito. Quería ver las reacciones y sobre todo ver cuánto tiempo duraban en la primera línea de noticias. Después del revuelo por un tuit antiguo del concejal madrileño Guillermo Zapata, es fácil suponer que cualquier manifestación que atente contra la dignidad de las personas va a ser cuánto mínimo reprendido y llevado a los tribunales. Pero… ¡sorpresa! En el caso de ciertos dirigentes, pese a que sus comentarios no son citas, son actuales y afectan a personas que se han sentido heridas, no ocurre nada. Hablo del alcalde de Villares del Saz, José Luis Valladolid, llamando en Facebook a una de sus rivales políticas – la portavoz del PSOE en Castilla-La Mancha, Cristina Maestre- ‘puta barata podemita’.

Dejando de lado lo de ‘podemita’ –término muy de moda en la derecha para referirse de forma despectiva, no sólo a miembros de Podemos, si no a cualquiera que pueda coincidir en alguna medida con ellos-, el insulto es muy concreto y específico: ‘puta barata’. Se trata de un insulto que no se puede usar con cualquier rival, requiere que sea mujer. Se trata de atacar de forma directa a la libertad sexual de esa mujer y que, por obra y gracia del sistema patriarcal, no tiene un símil semejante para arremeter con las prácticas sexuales que quiera llevar a delante un hombre.
El alcalde de Villares del Sar -ese político armado de un discurso político tan potente que acaba descalificando de forma personal a su rival política-, ya ha sido afeado por algunos de sus compañeros del Partido Popular calificando sus palabras de “Impresentable”. Ninguno ha pedido su dimisión. Los más que ha habido es una indirecta de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, que aseguró que una persona que hacer ese tipo de comentarios no debería “mantenerse” en un representante político. Por su parte, la directora del Instituto de la Mujer condena esas palabras, al igual que el PP de Cuenca. Todos condenan, lo mismo que el PSOE, pero de momento ni dimisiones, ni expulsiones ni denuncias.

Por su parte, el político de gran retórica dice que se ha disculpado “mil veces” y que “vista la repercusión de mi desafortunado comentario pido perdón”. ¿Y si no hubiera tenido repercusión? ¿Y si por motivos de la agenda, este tema no hubiera sido aireado por los medios? Y si la gente no hubiera puesto el grito en el cielo, ¿hubiera pedido perdón? La respuesta parece clara. Y más claro aún queda que las excusas de una mala interpretación o de haber sacado sus palabras de contexto no vale. ¿En qué contexto sería entendible que un alcalde llame ‘puta barata’ a la portavoz de otro partido? Me lo expliquen.
Pero es más. Tres días después de que saliera a los medios nacionales este comentario ya lo hemos dejado aparcado. Me pregunto hasta qué punto el colectivo afectado –más allá de la señora Maestre- es decisivo para saber cuánto de grave es la ofensa. Está claro que el Holocausto o las víctimas de ETA son intocables, pero parece que no lo tenemos tan claro cuando se ríen de los fusilados por Franco o cuando se hace apología de la misoginia y el terrorismo machista. En este caso concreto lo vemos todos los días. 22 mujeres han sido asesinadas a manos de sus parejas o ex parejas en lo que va de año. Y hasta 51 feminicidios y asesinatos de género podemos contar si incluimos los casos que se siguen investigando, los no íntimos y los que han sufridos familiares o actuales parejas de las mujeres amenazadas. Se trata de unos datos que avergonzarían a cualquier país, pero en este no se mueve ni una rama en el árbol del Estado.
¿Qué ocurre? Ocurre que estamos anestesiados ante la violencia machista. La Ley Integral de 2004 es insuficiente, los medios para proteger a las víctimas todavía más y la conciencia sobre el problema está a años luz de tener una base para solucionarlo. La educación en igualdad es la base para evitar el terrorismo machista, pero también para erradicar la desigualdad laboral, social y económica que sigue afectando a las mujeres. Y los políticos no son muy diferentes del resto de la población. Una ciudadanía a la que evitar que nos maten les sigue pareciendo un tema secundario. Igual esto explica que a muchos no les parezca para tanto lo que Valladolid llama a Maestre, ya que muchos no dudarían en algún momento de su vida en tildarnos a todas de ‘putas baratas’.
mira la verdad tu madre si que es una puta y tu madre me la chupa