Contra todo tipo de violencia

Publicado en Publicoscopia

Después de la enorme repercusión de estos días en los que miles de personas se han volcado para pedir que Excalibur no fuera asesinado sin motivo, se han escuchado muchas críticas. La mayoría proveniente de esos que comparan salvar a un perro con ayudar a niños africanos, pero no mueven un dedo ni por el perro, ni por los niños, ni por nadie. Pero hay algunas críticas a las que sí que les he dedicado tiempo. Como las que procedían del movimiento feminista.

Acto de Igualdad Animal por el pasado Dia de los Animales en Madrid
Acto de Igualdad Animal por el pasado Dia de los Animales en Madrid

‘¿Cuándo habrá tanta gente manifestándose por una mujer muerta como por Excalibur?’ Esa fue la pregunta que hizo que el mecanismo empezara a funcionar. La hizo una compañera feminista, con la que comparto opiniones y me hizo ver una división que para mí nunca existió. ¿Acaso pedir el fin de la violencia contra las mujeres es excluyente? ¿Acaso luchar para que todos los animales no seamos utilizados es excluyente? Desde luego que no, pero parece que hay que explicarlo.

Para empezar no concibo una lucha feminista que incluya el visto bueno de la explotación a otras hembras por el simple hecho de ser de otra especie. Resulta que hasta en la industria ganadera, las féminas son las que reciben el peor trato. Las vacas. Si naces ternero mueres. Si no, estarás sometida a una vida de tortura, violación y explotación hasta que tu cuerpo diga basta. Y entonces mueres. Para mí no hay un grito más espeluznante que el de una vaca cuando le quitan a su cría nada más nacer. Esto lo hacen una y otra vez para que ‘produzca’ leche. Por que si no – oh! sorpresa querido lector- no hay leche. No, no es algo natural producir leche por parte de las vacas. Hay que inseminarlas (violarlas), preñarlas y arrebatar a su hijo al poco de parir.

Lo mismo con animales que nos son más cercanos. ¿Has acudido alguna vez a un criadero de perros? Esos preciosos caniches tienen detrás un mundo de explotación de sus madres. Ellas son obligadas a parir y parir como si fueran fábricas, sin cuidados veterinarios más allá de los necesarios para que siga pariendo y desechada una vez que ya no compensa tenerla con vida. Sin más. Una explotación reproductiva propia de la mente más retorcida del patriarcado.

Solo una conciencia androcéntrica es capaz de ver como algo ‘natural’ esta cosificación del cuerpo de los animales, humanos y no humanos. Al igual que hace siglos se justificaba el racismo o la violencia machista afirmando que la mujer o la persona negra eran un ser inferiores, sin raciocinio ni voluntad propia. Con este pretexto se utilizaba el cuerpo de la mujer, se la sometía con violencia. Esto duró hasta que la idea de la que mujer también era ‘alguien’, un ser con capacidad de sentir, de sufrir y de disfrutar. Hasta que rompimos esas forma de mirar al otro. En este punto nos encontramos ahora respecto a los animales.

 


 

Mientras en España se preparan para modificar la ley de protección animal para mejorar la situación de los animales llamados domésticos, en Francia aprueba una ley que considera a los animales ‘seres sintientes’. Un adjetivo muy importante porque garantizaría uno de los derechos más básicos que podemos llegar a tener todos y todas: el derecho a la vida.

Por este motivo, por sus similitudes, por no tratarse de otra cosa más que la evolución de nuestra civilización, no resulta excluyente querer acabar con la violencia contra todos los animales. Sean humanos o no, sean de un sexo o de otro.

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