Publicado en Publicoscopia
Los logros de este gobierno son increíbles. Gracias a los movimientos ciudadanos de los años 70-80 para adelante en España, se consiguió que el Estado reconociera en parte sus privilegios sobre otros países del Sur destinando parte de su PIB a la Cooperación al Desarrollo. Todos los Ejecutivos desde la Transición hasta aquí fueron aumentando o disminuyendo el presupuesto para este fin, encargándose de que nunca lográramos pasar de la Cooperación a la Justicia Social que representa el 0’7%. Pero el Gobierno de Rajoy no se ha conformado con esto: insiste en convertir la ayuda a países empobrecidos por nuestro crecimiento insostenible en limosna.

Anuncia el Ministerio de Exteriores su compromiso con los países más desfavorecidos en los presupuestos de este año: aumentarán un 5% la partida en los Presupuestos Generales del Estado (PGE). La Agencia Española de Cooperación Internacional (AECID) estará dotada con 254,14 millones de euros, 26 millones más que el año pasado. Ese dinero tendrán que repartirlo entre 21 países considerados ‘prioritarios’ por el Ejecutivo. No entraremos a valorar qué intereses han llevado a marcar a esos 21 países como tal, pero sí les pido que hagan números. Mientras la AECID -una agencia pública 100%- recibe 254 millones, el Fondo para la Promoción del Desarrollo (Fonprode) –una suerte de microcréditos mayormente reembolsable y gestionada por empresas privadas- recibirá el próximo año 375 millones.
Y si a estas alturas te preguntas que a ti qué, que con los recortes sociales en España tenemos suficientes, te lo explico. La Cooperación al Desarrollo no sólo es comprendida como una herramienta de Justicia Social, si no también como estrategia internacional de seguridad y posicionamiento de cada país. No puedes desvincular la suspensión de proyectos solidarios en El Congo, Sierra Leona o Somalia, con la crisis de las vallas de Ceuta y Melilla, los ahogamientos en patera o el riesgo de que aparezcan casos de ébola en tu ciudad. Vivimos en un país globalizado donde lo más sencillo y económico es actuar en el foco del problema. Por eso es más económico (además de más ético y justo) ayudar a los países subsaharianos a reforzar su sistema sanitario, que blindar Europa entera de un virus.
Por eso, las críticas a Montoro esta semana en la presentación de los PGE no han procedido sólo de las ONGD o de otras instituciones del Tercer Sector. El ministro de Economía celebra a bombo y platillo que aumenta esta partida un 5%, mientras se calla que el recorte comenzado hace cinco años ha supuesto acabar con el 70% del presupuesto de 2011. Menos de 520 millones frente a los 1.971 de ese año. Una diferencia contundente que para muchas personas ha supuesto perder la oportunidad de tener una vida digna en su comunidad, en su país, y le ha obligado a emprender el exilio a países del Norte. Por su puesto, sus vidas, sus razones y su futuro nunca aparecerán reflejadas ni en estadísticas ni en los medios de comunicación.
Un comentario sobre “De la limosna a la cooperación y vuelta a empezar”