La negra sombra del machismo nos persigue por todos lados y no iba a ser diferente en el trabajo. Las relaciones laborales son complejas, hay una parte social, una parte profesional y sobre todo una parte jerárquica. Se puede tener amigos en el trabajo, enemigos y compañeros con los que funcionamos muy bien de 9 a 6 pero nunca le invitaríamos a celebrar nuestro cumpleaños. Lo mismo pasa con nuestra jefa o jefe: no hay una regla escrita de cómo debe ser nuestra relación con ese cargo. Y si esto lo entendemos todos y todas, que depende de la persona y de la situación del trabajo, ¿entonces por qué repetimos los estereotipos sexistas sin cuestionarlos?
En el trabajo tienes que aguantar cobrar menos que un compañero haciendo lo mismo los dos (el consabido 22,5% menos), tener menos oportunidades para ascender (o tener que demostrar una y otra vez que eres merecedora), ser más ‘despedible’ que un hombre con la misma carga familiar que tú (la tasa de desempleo femenino duplica la del hombre, pese a tener un 20% menos de presencia en el mercado laboral), o la existencia del acoso sexual . Y eso es la punta del iceberg, porque en el día a día los estereotipos son como una carga pesada a nuestras espaldas, compañeras trabajadoras.
Es sexismo cuando se da por hecho que podemos hacer de todo y ellos no. Es sexismo cuando las tareas más especializadas se reservan a compañeros con el mismo cargo y capacidad que ellas. Es sexismo cuando se tacha de cotillas a ellas por sistema y es sexismo cuando a la rivalidad se le llama ‘pelea’ entre dos mujeres pero ‘competencia’ entre dos hombres. Es sexismo cuando la opinión de ellos se escucha, se solicita y se valora más que la de las compañeras. Es sexismo cuando se excluye de las reuniones a las compañeras de mismo rango. Es sexismo cuando solo por género se prioriza que sea un hombre quien negocie y cierre un trato. Y sí, una jefa puede ser machista, al igual que un hombre. Porque es algo que nos inculcan desde pequeños y nos lo impone una y otra vez el sistema.
Denunciar la discriminación salarial es relativamente fácil, no así el trato desigual por el simple hecho de pertenecer a un sexo y no a otro. Hay que empezar por no repetir estereotipos, por señalarlos y visibilizarlo, por rechazarlos a nuestro alrededor. El llamado machismo de baja intensidad, también está detrás de nuestro malestar social y de la violencia que muchas (demasiadas) veces acaba en muerte. Miremos a nuestro alrededor y hablemos claro, ¿de qué forma te has sentido tú discriminada en el trabajo por ser mujer? ¿Qué privilegios has sentido tú sólo por ser hombre?
Traballei sempre en entidades sociais que buscaban a igualdade entre as persoas… E sempre tiven máis fácil o acceso a ámbitos de decisión (por ser home). A discriminación das mulleres nestes casos é sutil, pero está aí sempre!
Efectivamente. Agradézoche moito a túa intervención. É vital que sexamos entre todos e todas quen denunciemos a discriminacion e os privilexios. Un saúdo
Como periodista, infinidad de veces he notado la mirada condescendiente de algún político en rueda de prensa, las bromitas con las compañeras más propias de barra de bar. Y coincido en que algunas jefas pueden ser más machistas que muchos hombres; desgraciadamente, a menudo somos nosotras nuestro peor enemigo.