A. llegó hace un tiempo indeterminado. Es sábado y son las nueve de la mañana. En sus manos sujeta un enorme saco de dormir. Parece congelado por alguna extraña función de la realidad virtual. Personas que se quedan petrificadas en plena calle al apretar un botón. Está a las puertas de un albergue, muy cerca del Puente de San Antón. Llueve esta mañana de primavera. “Maldita ciudad elegí para caerme vivo…”, debe pensar. No tiene edad, no tiene apellido y no tiene sueños. A. solo tiene miedo y no hay nada más peligroso que un animal asustado. Hemos dejado que el mundo se llene de animales asustados. Puede tener 12, 13 o 14 años. Él no lo tiene claro. Llegó oliendo a grasa y apretando sus deditos contra aquella locura de hierros, cables y calor, bajo aquel camión. Pasó algo de hambre al llegar. Después llegó Madrid. Esa no fue…
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Un comentario sobre “Un niño en una calle una mañana con un saco de dormir…”