A las Trece Rosas (y a la lucha contra la desmemoria)

Mi abuela todavía recuerda con claridad el sonido que hacían los camiones de la saca. No eran motores como otros cualquiera, era un ruido que hacía que a todos en la casa se les pusiera la carne de gallina. Las pisadas de las ruedas a veces venían acompañadas de lamentos, gritos y sollozos. Unos 15 o 20 minutos después, siempre lo mismo: disparos.

Mi abuela tenía diez años y vivía en La Elipa, un barrio de casa bajas situado entre la entonces cárcel de mujeres de Las Ventas y el cementerio de La Almudena. Por allí pasaba siempre el macabro cortejo y siempre volvía. Esta vez, más ligeros, ya sin llantos. De la misma manera pasaron los camiones que el día 5 de agosto de 1939 llevaban a las Trece Rosas y a sus 43 compañeros también condenados a la tapia donde serían fusilados.

En esa misma valla se celebra cada año un homenaje, que más que el aniversario se celebra la memoria. La lucha contra la desmemoria, que hace que no sólo en agosto haya flores frescas en la placa que las recuerda en el cementerio de La Almudena.

Link a la Fundación Trece Rosas

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