Triple discriminación: mujer, inmigrante y empleada del hogar

Que las mujeres cobramos un 22% menos que los hombres por el mismo trabajo y con el mismo currículum es un hecho de sobra conocido. Que no se hace nada por evitarlo también. Que los inmigrantes tienen muchas más dificultades y trabas en la Administración, para lograr un trabajo digno e incluso para vivir como un ciudadanos más en determinadas localidades, también es un hecho conocido. Tampoco se hace nada por evitarlo. Pero hay una triple discriminación que una persona en los dos supuestos anteriores puede sufrir y que muchas veces ni ella misma reconoce.

Se trata del trabajo doméstico. Un sector que ni siquiera es reconocido como un trabajo en mayúsculas por la Administración. Pese al Nuevo Decreto 1620/2011, dónde se hace un esfuerzo por regular muchos puntos de la relación laboral entre empleador y empleada, sigue habiendo carencias que no sitúan a estas personas a la misma altura que cualquier trabajador. ¿Recordais aquellos básico de que ningún convenio debe establecer peores condiciones que el Estatuto de los Trabajadores? Pues en este empleo ni siquiera se reconoce eso. Hasta enero, no hacía falta un contrato escrito, no estaba garantizado el Salario Mínimo Interprofesional, ni las vacaciones retirbuídas, ni las pagas extras, ni los descansos de las epleadas interinas, ni las bajas, ni la cotización a la Seguridad Social. Este es uno de los puntos que mejor han quedado en la nueva legislación, pero es, a todas luces, insuficiente.

Una empleada doméstica en regla sigue sin derecho a la prestación por desempleo y, en caso de quiebra de los empeadores, no podrá recurrir al Fogasa. La cosa empeora ante el caso de que la trabajadora sea inmigrante. Para renovar el permiso de trabajo y residencia se le exige haber corizado ciertos meses (dependiendo del tiempo que lleve en el país) y estar contratada en el momento de la renovación. Aquí es dónde está la trampa: el contrato debe ser por 40 horas y sólo se admite uno. De sobra es conocido que en el empleo doméstico lo normal es trabajar por horas para varias casa, pero los señores de Extranjería no deben estar al tanto. Pero se pone la situación si la empleada pretender traer a su familia, ya que el mínimo de ingresos al mes que exigen para la reagrupación familiar sería difícil de conseguir hasta para un funcionario.

Y no hace falta que nos vayamos a extremos para ver que este trabajo está considerado inferior a otros. Mira el perfil de la mujer que limpia la escalera de tu comunidad, el trabajo que hacen las madres al volver del trabajo, lo invisible del trabajo de ciudadora. Sosteniendo la familia, sin reconocimiento alguno, sin autonomía económica. Sin duda, el desprestigio que arrojan sobre este trabajo no son casualidades históricas y culturales, sino una forma más de violencia machista.

Aprovecho para presentaros a la única asociación de empleadas del hogar que hay en Galicia, Xiara, y para animaros a participar en la que estamos construyendo en Coruña: empleadashogarcoruna@gmail.com

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