Leía esta mañana con los ojos como platos que tres de cada cuatro españoles se planteaba que era buena idea instaurar la cadena perpetua y uno de cada cinco, la pena de muerte. Mi estupefacción no se deshizo pese a comprobar que las conclusiones se extraían de un estudio que sólo constaba de 1003 entrevistas telefónicas, que se desconoce el contexto en el que se hicieron las preguntas y si la existencia de casos que han desatado la alarma social -como la desaparición de dos niños en Córdoba- condicionana dicho estudio.
El estudio diferencia entre rangos de edad, nivel de estudios, adquisitivos, si son votantes del PP o del PSOE -parece que no dieron con ninguno de los más de seis millones de ciudadanos que votaron a otros partidos en noviembre- y el género. Así dice que las mujeres apoyan menos que los hombres la pena de muerte, pero casi por igual la cadena perpétua; Que los individuos entre 45 y 64 años son los que mayoritariamente apoyan erradicar el máximo de cárcel actual; o que los socialistas son más reacios a ambas propuestas que los populares.
Paralelamente a esto, las campañas de organismos como Amnistía Internacional en pro de los Derechos Humanos cada vez tienen más seguidores y activistas en España. La ejecución de menores, de discapacitados, la lapidación femenina, la falta de juicios a los condenados o la terrible espera en el corredor de la muerte son temas rechazados por completo por los españoles. Entonces, ¿a qué se debe este revés? Hay que recordar que las últimas ejecuciones se dieron en el final del franquismo, en 1975, que se derogó oficialmente en 1995, pero que actualmente la pena capital sigue estando nombrada en el artículo 15 de la Constitución.
Esta falta de poso cívico se une al distorsionado papel de las cárceles. El 60% de los encuentados piensa que el encierro debería «castigar» y sólo el 32% para «reinsertar». Los centros penitenciarios españoles no cumplen con el papel de reinserción que debería. Las Unidades Terapéuticas y Educativas -dónde los internos aprenden a convivir, a ser responsables y a tomar decisiones- son una excepción en las prisiones y sus resultados les garantizan como el camino a seguir. En el C.P de Vilabona, en Asturias, el porcentaje de reincidencia de sus internos apenas llegó al 26% cuando la media en España es del 50%. Este es sólo un ejemplo y una realidad que desconocen las mil personas que respondieron a la encuesta de la empresa Simple Lógica.
Y tú que prefieres ¿qué haya personas agradecidas a la sociedad por la segunda oportunidad que le dimos todos o miles encerrados de por vida?