«Hace unos meses, en el Hoy por hoy de la Cadena Ser, pedimos a los oyentes que nos describiesen a mujeres pioneras con motivo del 8 de marzo. (..)De todas las historias que llegaron a la radio, hubo una especialmente conmovedora. Rosa nos confió la de su abuela Eladia, a quien su marido pegaba con frecuencia: ‘Mi abuela nació en 1898, en un pueblo castellano del interior, atrasadillo él. Mi abuelo tuvo, no sé cuantas veces, la feliz idea de pegar a mi abuela; ese día, por no sé qué tontería a la que ella se opuso. Le pegó y le dejó la cara marcada y los ojos morados… y ella, en el año 1920, se sentó en el umbral de la puerta y todo el que pasaba le preguntaba ¿qué te ha pasado?. Ya ves, que me ha pegado Anastasio y mira cómo me ha dejado. Así a cada vecino que pasaba. A mi abuelo, luego, en la calle, en el bar, en todos los sitios, le dijeron de todo menos bonito y le pusieron la cara tan colorada que no pegó nunca más a mi abuela».
Es un fragmento de la introducción de Agrupémonos todas, un libro escrito por Isaías Lafuente en el que recoge historias de pioneras que hicieron que nuestro presente sea un poco más igualitario. Así nos recuerda por qué celebramos el 8 de marzo el Día Internacional de la Mujer -fecha conmemorativa del asesinato de 129 trabajadoras de Sirtwood Cotton de NY en 1908-, la extraña coincidencia con la Real Orden que permitía a las mujeres acceder sin trabas a la universidad -el mismo día de la tragedia, pero dos años después-, que los hombre tenían miedo a las ‘mujeres con falda’, a las chicas ‘pleiteadoras’ y a todas aquellas que querían ejercer profesiones de hombre.
Acceso a la educación, a la formación, al voto. Batallas que damos por ganadas, pero tenemos una realidad nada positiva. No hay una ley que prohíba a la mujer ser directiva, pero un techo de cristal -por no decir imposición social- se lo impide. No hay una ley que reduzca el salario de la mujer, pero en España seguimos cobrando un 22% menos que un hombre realizando el mismo trabajo. Hay normativas que penalizan el despido de una mujer por estar embarazada, pero hay un sinfín de parches legales que permiten al empresario hacerlo con la connivencia de tribunales y Gobierno.
No, no hemos llegado al Estado igualitario con el que soñaban esas pioneras y estamos en un punto de inflexión en el que se debate si seguimos adelante o vamos hacia atrás. Esta crisis económica se está llevando por delante cientos de derechos y los de la mujer no están ni mucho menso más protegidos. Por eso, más que nunca este año es hora de salir a la calle el 8 de marzo. Contra la violencia machista, por nuestro derecho a decidir sobre nuestro cuerpo, contra la comercialización de este, para no continuar a la sombra de la Historia y por nuestra independencia social y económica.
Actos en Galicia, en la web de la Marcha Mundial das Mulleres
Actos por el resto de España en Marea Violeta