Un aviso a los jueces incómodos

Todo sabemos lo peligroso que es investigar a ciertas personas en Colombia, ya que cada año son decenas los juristas, abogados y periodistas que mueren asesinados o se ven obligados a exiliarse si quieren salvar su vida. Otros casos de corrupción, dónde los jueces son simple moneda de cambio, agentes en venta, salpica numerosos países que sólo de vez en cuando aparecen en nuestros medios. Pero mirando más de cerca resulta que esta realidad no está tan alejada de la nuestra.

En Rusia, los magistrados están en el punto de mira de organizaciones mafiosas y del propio Estado, que controla cualquier caso contra opositores. En Hungría uno de los puntos que tiene que cambiar el Gobierno si quiere tener a la UE contenta es el relacionado con la titularidad del Tribunal Supremo, dispuesto para que el Ejecutivo se deshaga de los jueces incómodos. Y en España, ¿Justicia independiente e imparcial?

Desde luego, no. El sistema español lleva semanas en el punto de mira de las organizaciones internacionales que velan por los Derechos Humanos, de los medios de comunicación de medio mundo y de esa visión de las dos Españas, que cada ve se demuestra más que la herida nunca se cerró. Una herida que sólo puede cicatrizar si se hace justicia con las víctimas, se lucha contra la impunidad y se recuerda para que nunca vuelva a pasar.

Eso y nada más que eso reclaman las asociaciones de la Memoria Histórica, los familiares de los exiliados, de los desaparecidos, de los repudiados, de los niños robados, de los que desde fuera sufrieron también una dictadura y de los que sufren el mal del olvido. Y eso es lo que estaba haciendo el juez Garzón cuando instruyó la causa por la que ahora se le juzga. Un pulso con la impunidad del asesinato y la corrupción que desde aquí denuncio junto a Amnistía Internacional o otras tantas personas que queremos creer en la justicia. Porque no se defiende a un magistrado con afán de ser estrella –y otros tantos incompetentes-, sino la posibilidad de que este juicio sea un escarmiento y un aviso a todos esos magistrados que algún día podrían llegar a ser incómodos.

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