El titular que estaba buscando ha llegado antes de lo que espera después de que la tormenta tropical Washi arrasara el sur de Filipinas: «Preparan fosas comunes para enterrar a las víctimas de las inundaciones». Hemos oído esta frase muchas veces cuando un terremoto, un huracán o una crecida de agua deja cientos o miles de muertos. En este caso, con 700 víctimas mortales confirmadas y más de 800 deaparecidos, está muy bien explicado por EFE para el Diario de Navarra: el motivo de no acudir al entierro individual -algo que ayuda a superar el trauma a los supervivientes- se debe a la incapacidad logística y a la imposibilidad de identificar los cadáveres por el avanzado estado de descomposición.
Pero como en el caso de Haití o el tsunami de Indonesia, muchas veces se oye eso de «enterramientos masivos por miedo a las epidemias». Tal y como comentó el epidemiologo Javier Arcos en el seminario de RTVE y SEMHU sobre cobertura mediática de los desastres humanitarios «los cadáveres no producen enfermedades si antes no las tenían». En el terrible seísmo haitiano se vio perfectamente. Las ONG extranjeras corrió por enterrar a las víctimas en fosas comunes para que los periodistas dejaran de retratar cadáveres por todas las calles de Puerto Príncipe. Pero el letal brote de cólera -que ya se ha cobrado más de 7.000 muertos- llegó después, con los cascos azúles de la ONU. Una enfermedad presente en Indonesia antes del desastre y que apenas tuvo efectos en la salud de los supervivientes del tsunami.
Situándonos de nuevo en Filipinas, vemos -segun la OMS- que no existe ninguna enfermedad endémica en las islas, exceptuando algunos brotes de dengue. Los médicos cooperantes insisten en que aunque también hay casos registrados de malaria o tuberculosis en la zona, con una prestación sanitaria eficiente a los supervivientes ninguna enfermedad debería propagarse. Ni las epidemias son culpa de los muertos, ni con enterramientos masivos se evitan los brotes. Que nos quede claro a los periodistas, porque nunca sabes cuándo te van a mandar al nuevo desastre de moda.
En el mismo seminario, Pablo Yuste, Director en Agencia Española de Cooperacion Internacional para el Desarrollo, decía abiertamente que muchas veces gana el peso mediático al técnico: «Vende más la foto de los bomberos extranjeros salvando a un niño, pero el 90% de los supervivientes son rescatados por vecinos y familiares». Por eso aprovecho estas líneas para dejar claro que en cualquier intervención humanitaria debemos valorar que los locales son los que saben qué hacer, que es mejor dotarles a ellos de recursos que llevar equipos ajenos y que para ayudar a los supervivientes lo importante es respetar la cultura local. También desde los medios.