Hablando de la prima de riesgo, de las recalificaciones y de la deuda externa de nuestro país, muchos son los medios que publican una y otra vez una retrospectiva de las crisis sufridas por el sistema capitalista desde su invención. El crack del 29, la recuperación de la II Guerra Mundial, los sucesivos desastres producidos por el petróleo, etc. Pero puestos a pensar en crisis y consecuencias me viene a la cabeza la gran depresión que sufrió España en los 80. Por un lado la crisis del fuel del 73 y las sucesivas, la reconversión industrial, la esperanzadora (y frustrada) nueva situación política, la desesperanza. Un desamparo que se encarnó, entre otras muchas maneras, en miles de jóvenes adictos a las drogas.
Una situación contra la que lucharon sus madres, sus hermanos, sus familias. Una situación que no solo afectó a los desheredados. Una situación que casi acaba con una generación entera. Ahora mismo, esa idea del yonqui demacrado y tambaleante ha desaparecido del ideario colectivo. Y eso es un gran peligro.
Por eso, hay iniciativas como la protagonista de este post que ayudan a que las personas que decidan libremente consumir cualquier tipo de droga que piensen en las consecuencias de su elección. No solo las consecuencias saludables o económicas, sino las sociales. Las drogas vienen de alguna parte, es distribuida, vendida y cortada por alguien que se lucra sin ningún miramiento. Es el caso de la droga en México. Allí los narcotraficantes asesinan, roban y violan solo por conseguir dinero. La aplicación 57balas demuestra cómo contribuyes con tu porro de marihuana, tu pastilla de MDMA o tu dosis de heroina a financiar esta guerra. Y no solo eso, te muestra como ese consumo habitual podría haber servido para comprar comida o financiar los estudios de tus hijos.
Cada vez que te metas una raya de cocaína, recuerda que estás regalando 57 balas a los narcos. Una dosis que nos sale muy cara a todos.